Me gusta el aroma que me queda en las manos después de preparar café, me remonta a mi niñez, a mis abuelas, hasta puedo sentir el olor del pan recién traído a través de esos recuerdos.
Cada cosa, emoción, persona, suceso tiene un aroma; siempre huele a algo. El olor de las cosas es la manera en que la mente ancla ese recuerdo. Aunque hay personas más perceptivas que otras en cuestión de olores, todos somos capaces de percibir el singular aroma de lo que más nos importa.
¿Cuántas veces no hemos sentido venir la lluvia a través de ese olor a tierra mojada? ¿Cuántas veces no sabemos que alguien se aproxima por su perfume? Lo mismo pasa cuando entramos a casa de los abuelos, siempre huele a ellos.
Agarrar una prenda de vestir de la persona amada y sentir ese aroma que te dice que esa persona está de nuevo ahí, que no se ha ido del todo.